LTA

Latinoamérica


No quiero defender a nadie, pero si atacar a los que corresponden, o los que al menos para mí, vale la pena señalar con el dedo acusador para que aunque sea se sientan observados y juzgados. Solo sé que al menos eso puedo hacer. Latinoamérica es un crisol. Hay inmigrantes de todos los continentes y nativos de todas las culturas. No descubro nada diciendo eso, tal vez este escrito no tenga más recelos que el de un bisnieto de inmigrantes. O quizás sea un análisis intentando poner justicia a tantos charcos de sangres y palabras discriminatorias arrojadas al viento. Pero al menos intentaré hacer una defensa breve de lo que creo corresponde, una defensa muy poco jurídica que por más que nadie vaya a cobrar los beneficios se merece cada habitante de este pedazo de sureño continente.

No se puede creer en el día de la diversidad cultural cuando los argentinos nos encargamos día a día a querer cagar más alto de lo que nos da el culo, de mirar por encima del hombro a todos aquellos que poseen rasgos diferentes a los que los cánones de belleza europea pregonan. La verdad no es tan cruel. La verdad es así. Creemos que somos los europeos de Latinoamérica y por ello muchos vecinos nos odian como para querer tirarnos la caca del perro en nuestro jardín. Y por más que lo merezcamos, no lo hacen. Porque nosotros marcamos la distancia, y ojalá fuese tan lógica como para exponer a aquellos que son de “afuera”. Lo que hacemos más bien es una discriminación calificada que arranca sobre las bases cromáticas que algún individuo tuvo el error de fundar en nuestra comunidad.

Bolita, chilote, paragua, brazuca, y qué más. Creemos que somos más, por ser la resaca de la sociedad europea que vino a destruir a cuanto nativo se encontraba en el continente. Y digo nativo porque es sencillo, ellos estaban antes, así que solo son nativos. No importa si son tobas, onas, o lo que sea. No se trata de qué hayan sido antes de que la calaña le viniera a enseñar la “civilización”, y destruir a cuanto paso pudieran las costumbres y la vida que ya tenían antes de esos, sin hablar de la vida misma, claro está. Es fácil para los oligarcas de siempre, para esas mierdas errantes que solo pregonan la cultura del consumo y quieren destruir todo lo que no entienden, todo aquello que les parece peligroso y lejano. Es fácil, quieren darme la razón, manden a una persona de piel negra a un baño de un restaurant para ver si lo dejan pasar, y luego manden a un blanquito. La evidencia tal vez me termine dando algo de razón práctica, al menos.

Y así andamos por la vida. Gente que te dice: “Vienen a nuestros hospitales, a tener nuestros trabajos”. De a poquito nos convertimos en la mierda de nuestro padre añejo continente. Sí, aquellos españoles e italianos que están en Europa y durante años no dieron más que tres meses de visa turística, y solo con carta e invitación. Casi sin querer y pasito por pasito, no transformamos en ellos. Vamos siendo cada vez más soretes y nos justificamos una y otra vez. Y esto no es solo asunto de lo que ejercen la “elocuente” discriminación neoliberal oligarca y burguesa, sino que es de todos. Todos somos parte de esta mierda que se hunde en diferencias y quita igualdades. Esta porquería de concreto y cemento que solo abunda de muñecos, de esos a los que le cuelgan los hilitos por la espalda y dicen lo que al dueño se les antoja. Y así discriminamos con la lógica. Con la lógica del peligro calle-TN, de la inseguridad en manos de los vecinos. Claro, porque no hay argentinos chorros. Cierto que Menem era de otro país, Martínez de Hoz era solo un mago, que Cavallo, es solo un equino.

El tiempo hace que nos ganemos lo que merecemos. Solo espero que llegue lo suficientemente pronto, para que cuando estemos hundidos en lo más bajo de las conductas humanas, aun tengamos tiempo de cambiar. Solo quiero que eso llegue, y les pegue en la nuca a todos esos hijos de la “gloria” patriótica que se olvidan que las miserias que el país tiene no llegaron de Paraguay, Brasil, Bolivia, Ecuador, Venezuela o donde sea que sea lo que sea. Que cada uno se de cuenta que Masera, Videla, Vignone y todos esos hijos de puta nacieron acá, no allá.

Viva Latinoamérica, y que renazca un país como lo que no merecemos, así podemos empezar de nuevo y hacerlo bien.

FM