UNA SIRENA

 

El asfalto marca los centígrados de la temperatura. El vapor transparente y fermentado que emana se mezcla entre los circundantes habitantes de la ciudad. Un vaho de hastío. Un pegajoso pesar de aire comprimido tímido de oxigeno. Una catarata vacía que gime mirando hacia arriba. La vida en forma de plegaria. ¿Cuán triste puede ser un escenario? Ruido, crudo y en estado metálico que no abandona ningún oído. Un disturbio y un grito. La inexpresividad, lo cotidiano, lo aburrido, lo asintomático, lo brutal, lo común; todas expresiones de un mismo ser. Por eso el zigzag en aquella esquina fue el marca pasos añorado.

Un río verde ante sus ojos se inclinó. Un paisaje de Guatemala nunca de rodillas, sino bien erguido y con la silueta indefinida acobijó cada baldosa que él piso. Un abrazo de libertad. La naturaleza le gritó fuerte para que le escuchara, y lloró. Al principio con melancolía y luego con algo más de furia. La catarata comenzó a llenarse. El ruido se apagó y el aire se descomprimió. Los circundantes huyeron como solo ellos saben hacerlo. Siempre hábiles para escabullirse a las verdades corrieron puertas adentro. Un desierto inesperado y salvador. Él entendió el mensaje y la posibilidad. Una pisca de sensación. Una gota de vida.

La sirena se subió al escenario. Una guitarra dibujada con un pincel negro. Explicito regocijo de la belleza. Una pausa entre el cemento insulso cedió su lugar al clímax de los sentidos. Un tributo a Spinetta con el decoro de la verdad inherente a los hechos. ¿Una almendra en un pajar? Recostada sobre una nube con la sonrisa tallada en labios. La catarata volvió a secarse, pero justificadas marcas en la piel supieron dar su por qué. Ahogado y a suspiros disfrutó los silencios. Una incursión íntima y mutua sin destino con el camino neutro del misterio. Una sirena. Solo una, con los horizontales placebos del descanso. Una almohada movediza supo ofrecerle un lugar en el mundo.

Una sirena y solo una. Una sirena en una jungla de cemento. Una sirena en el escenario. Una sirena y un espectador de lujo. Una sirena y solo una. Una sirena como una almendra en un pajar.

FM

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